Berengaria. In Search of Richard the Lionheart's Queen.
Este trabajo de la anglo-australiana Ann Trindade es, sin lugar a dudas, la mejor biografía que se ha escrito sobre Berenguela. Apoyándose en una completa base documental -sólo ver la bibliografía consultada nos da una idea de ello- la autora analiza tanto la escasa información que de Berenguela ha llegado hasta nosotros, como los abundantes silencios. Su investigación sigue las pautas de la historiografía actual, sobre todo en lo referente al papel desempeñado por las mujeres en la Edad Media, manteniendo una actitud claramente revisionista de unos textos escritos desde la perspectiva de los hombres. En este sentido, su capítulo "Why Berengaria?" resulta, además de muy revelador, de imprescindible lectura para los profanos que nos acercamos por primera vez a la vida de una mujer de la Edad Media.[01]
En contra de lo que suele ser habitual, Ann Trindade trata con toda la profundidad que es posible todos los periodos de la vida de Berenguela, incluido el de infanta. Salvo pequeños detalles, y a pesar de la distancia, demuestra haber comprendido bastante bien la compleja realidad cultural y política de aquella Navarra del siglo XII en torno a la cual se crió y formó la infanta navarra, y cuyo conocimiento resulta imprescindible para entender algunos de sus comportamientos posteriores.
Es posible que, tal y como he podido leer por ahí, el libro decepcione por no poder dar más noticias sobre Berenguela de las que nos gustaría, pero es que, salvo que alguien saque a la luz documentos perdidos, lo cierto es que apenas hay nada más. Ciertamente, en muchos momentos el trabajo de Ann Trindade es especulativo, pero como comenta Joanna L. Laynesmith, esto se ha realizado con fundamento, explorando el contexto ideológico, social y político en el que Berenguela vivió con el fin de aproximarnos a su reinado [02]. La misma autora nos advierte que la infanta navarra no es el personaje más adecuado para protagonizar una biografía convencional. Pero bueno, esto, más que una excepción, desgraciadamente es una generalidad para con la mayoría de las mujeres de la época. De hecho, ni la mismísima Leonor de Aquitania da para mucho más si se eliminan todas las ficciones que se han ido incorporando a sus biografías con el paso del tiempo.
Ficha técnica:
Título: Berengaria. In Search of Richard the Lionheart's Queen
Autor: Ann Trindade
Editorial: Four Court Press
Año: 1999
Páginas: 240
ISBN: 1-85182-434-0
Sinopsis de la contraportada:
Aunque Ricardo Corazón de León es uno de los héroes medievales más reconocido, apenas se sabe nada de Berenguela, la mujer con la que, en mayo de 1191, se casó camino de la Tercera Cruzada. Esta biografía pretende corregir este olvido. A través de las fuentes más tempranas, Berenguela se perfila como una mujer de notable coraje y tenacidad que, como las tórtolas -el emblema medieval representado en su sello, hoy perdido, que simboliza la fidelidad que dura toda la vida-, permanece fiel a sus votos tanto como reina consorte como durante sus largos y solitarios años de viudez.
Desde un punto de vista más amplio, su vida nos habla de la fortuna que deparaba a las mujeres en una era dominada por los hombres, añadiendo otra dimensión a la imagen medieval de su reinado. Destaca el papel del papado en la protección de los huérfanos y las viudas en una época de brutal realpolitik.
Este libro se basa en el testimonio de las crónicas medievales y de los registros administrativos dispersos en tres países: España, Francia e Inglaterra. La historia de Berenguela comienza en el reino de Navarra que gobierna su padre, durante su breve período de independencia a mediados del siglo XII. Continúa por su efímero pero azaroso matrimonio y muestra cómo ella sobrevivió siendo una viuda en una situación plagada de obstáculos. Y concluye con una meditación sobre la efigie yacente, probablemente encargada por la reina misma, en la abadía que fundó en 1230, justo antes de su muerte.
Apuntes.
Ann Trindade fue formada en el Lady Margaret Hall de la Universidad de Oxford. Cuando la publicación de su trabajo era profesora de Historia de la Universidad de Melbourne, aunque actualmente está jubilada. En su día, en uno de los numerosos correos electrónicos que amablemente intercambió conmigo, Ann me comentó que se planteaba aprovechar la libertad que le facilitaría su retiro para investigar las fuentes documentales conservadas en Navarra, pues creía que posiblemente conservarían información sobre los contactos que Berenguela retomó con Navarra durante los últimos años de su vida. Ojalá que los ánimos sigan intactos.
Esos e-mails de los que hablo también sirvieron para que Ann me aportara información adicional y me ofreciera interesantes puntos de vista sobre algunos de los aspectos más polémicos que afectan a Berenguela. Así mismo, además de facilitarme algunas fotografías, también me dio permiso para reproducir tanto el prólogo como el primer capítulo de su libro que podréis leer siguiendo el vínculo incluído en la primera nota de pie.
Dicho esto, creo que es obligado que corrija tres pequeños errores del libro para evitar, en la medida de lo posible, que sean reproducidos en trabajos posteriores [03]: quien sugirió que el compromiso entre Berenguela y Ricardo pudo gestarse en 1185 fue el Padre Moret, y no José María Lacarra (p. 69); quien aventuró que Sancho 'el Fuerte' pudo acompañar a Berenguela durante su viaje al encuentro con Ricardo fue Antonio Ubieto Arteta, y no Lacarra (p. 77); y la ciudad gascona con la que Navarra alcanzó, tras arrebarle Castilla su salida al mar, un acuerdo para el tráfico de mercancias fue Bayona, y no Burdeos (p. 129-130).
Tampoco resultan correctas las referencias a Berenguela como una princesa española y a Navarra como un reino español, pues su significado político es un anacronismo. Hispanos, como referencia geográfica, sí, pero españoles... evidentemente, no. Lo más curioso de todo esto es que Ann Trindade comete estos errores después de cuestionarse por qué otros historiadores (en clara alusión a Mairin Mitchell) definen a Berenguela como vasca. La reflexión que realiza no es acertada y de ahí que termine apuntando que probablemente no hablaba euskera. Es evidente que en este aspecto de nuestra cultura, alguien no se preocupó de facilitarle todos los datos[04].
Manuel Sagastibelza.
[01] Mientras termino de revisar la deficiente traducción que realicé en su momento, podéis leer tanto este capítulo como el prólogo aquí.
[02] Joanna L. Laynesmith, profesora de Historia de la Universidad de Oxford, en "Quite a pair of Middle Age queens", una crítica publicada en THE (Times Higher Education) con fecha 25 de agosto de 2000.
[03] Lisa Hilton, por ejemplo, repite el error de confundir Bayona con Burdeos en Queens and Consort, p. 149.
[04] Evidentemente, a Ann Trindade nadie le debió recordar cómo Aymeric Picaud ya nos informaba en su Guía del Peregrino a Compostela (Iter pro peregrinis ad Compostellam), escrita entre 1130 y 1134, de que la lengua totalmente bárbara que los navarros hablaban era el euskera. Y, evidentemente también, tampoco nadie le informó de que un documento fechado en 1167 denomina al euskera como la lingua navarrorum (la lengua de los navarros). Casualmente, pocos años antes Sancho el Sabio había decidido cambiar su intitulación de rey de los pamplonenses por la de rey de los navarros, una denominación que reflejaba con mayor realidad cuales eran el territorio y las gentes que gobernaba. Si además de esto, los colegas con los que contactó durante su visita a Navarra también le hubieran mostrado cómo ha evolucionado el habla del euskera en esta tierra durante los últimos siglos, no me cabe duda de que la conclusión de Ann Trindade sobre esta cuestión habría sido totalmente diferente.
En contra de lo que suele ser habitual, Ann Trindade trata con toda la profundidad que es posible todos los periodos de la vida de Berenguela, incluido el de infanta. Salvo pequeños detalles, y a pesar de la distancia, demuestra haber comprendido bastante bien la compleja realidad cultural y política de aquella Navarra del siglo XII en torno a la cual se crió y formó la infanta navarra, y cuyo conocimiento resulta imprescindible para entender algunos de sus comportamientos posteriores.
Es posible que, tal y como he podido leer por ahí, el libro decepcione por no poder dar más noticias sobre Berenguela de las que nos gustaría, pero es que, salvo que alguien saque a la luz documentos perdidos, lo cierto es que apenas hay nada más. Ciertamente, en muchos momentos el trabajo de Ann Trindade es especulativo, pero como comenta Joanna L. Laynesmith, esto se ha realizado con fundamento, explorando el contexto ideológico, social y político en el que Berenguela vivió con el fin de aproximarnos a su reinado [02]. La misma autora nos advierte que la infanta navarra no es el personaje más adecuado para protagonizar una biografía convencional. Pero bueno, esto, más que una excepción, desgraciadamente es una generalidad para con la mayoría de las mujeres de la época. De hecho, ni la mismísima Leonor de Aquitania da para mucho más si se eliminan todas las ficciones que se han ido incorporando a sus biografías con el paso del tiempo.
Ficha técnica:
Título: Berengaria. In Search of Richard the Lionheart's Queen
Autor: Ann Trindade
Editorial: Four Court Press
Año: 1999
Páginas: 240
ISBN: 1-85182-434-0
Sinopsis de la contraportada:
Aunque Ricardo Corazón de León es uno de los héroes medievales más reconocido, apenas se sabe nada de Berenguela, la mujer con la que, en mayo de 1191, se casó camino de la Tercera Cruzada. Esta biografía pretende corregir este olvido. A través de las fuentes más tempranas, Berenguela se perfila como una mujer de notable coraje y tenacidad que, como las tórtolas -el emblema medieval representado en su sello, hoy perdido, que simboliza la fidelidad que dura toda la vida-, permanece fiel a sus votos tanto como reina consorte como durante sus largos y solitarios años de viudez.
Desde un punto de vista más amplio, su vida nos habla de la fortuna que deparaba a las mujeres en una era dominada por los hombres, añadiendo otra dimensión a la imagen medieval de su reinado. Destaca el papel del papado en la protección de los huérfanos y las viudas en una época de brutal realpolitik.
Este libro se basa en el testimonio de las crónicas medievales y de los registros administrativos dispersos en tres países: España, Francia e Inglaterra. La historia de Berenguela comienza en el reino de Navarra que gobierna su padre, durante su breve período de independencia a mediados del siglo XII. Continúa por su efímero pero azaroso matrimonio y muestra cómo ella sobrevivió siendo una viuda en una situación plagada de obstáculos. Y concluye con una meditación sobre la efigie yacente, probablemente encargada por la reina misma, en la abadía que fundó en 1230, justo antes de su muerte.
Apuntes.
Ann Trindade fue formada en el Lady Margaret Hall de la Universidad de Oxford. Cuando la publicación de su trabajo era profesora de Historia de la Universidad de Melbourne, aunque actualmente está jubilada. En su día, en uno de los numerosos correos electrónicos que amablemente intercambió conmigo, Ann me comentó que se planteaba aprovechar la libertad que le facilitaría su retiro para investigar las fuentes documentales conservadas en Navarra, pues creía que posiblemente conservarían información sobre los contactos que Berenguela retomó con Navarra durante los últimos años de su vida. Ojalá que los ánimos sigan intactos.
Esos e-mails de los que hablo también sirvieron para que Ann me aportara información adicional y me ofreciera interesantes puntos de vista sobre algunos de los aspectos más polémicos que afectan a Berenguela. Así mismo, además de facilitarme algunas fotografías, también me dio permiso para reproducir tanto el prólogo como el primer capítulo de su libro que podréis leer siguiendo el vínculo incluído en la primera nota de pie.
Dicho esto, creo que es obligado que corrija tres pequeños errores del libro para evitar, en la medida de lo posible, que sean reproducidos en trabajos posteriores [03]: quien sugirió que el compromiso entre Berenguela y Ricardo pudo gestarse en 1185 fue el Padre Moret, y no José María Lacarra (p. 69); quien aventuró que Sancho 'el Fuerte' pudo acompañar a Berenguela durante su viaje al encuentro con Ricardo fue Antonio Ubieto Arteta, y no Lacarra (p. 77); y la ciudad gascona con la que Navarra alcanzó, tras arrebarle Castilla su salida al mar, un acuerdo para el tráfico de mercancias fue Bayona, y no Burdeos (p. 129-130).
Tampoco resultan correctas las referencias a Berenguela como una princesa española y a Navarra como un reino español, pues su significado político es un anacronismo. Hispanos, como referencia geográfica, sí, pero españoles... evidentemente, no. Lo más curioso de todo esto es que Ann Trindade comete estos errores después de cuestionarse por qué otros historiadores (en clara alusión a Mairin Mitchell) definen a Berenguela como vasca. La reflexión que realiza no es acertada y de ahí que termine apuntando que probablemente no hablaba euskera. Es evidente que en este aspecto de nuestra cultura, alguien no se preocupó de facilitarle todos los datos[04].
Manuel Sagastibelza.
[01] Mientras termino de revisar la deficiente traducción que realicé en su momento, podéis leer tanto este capítulo como el prólogo aquí.
[02] Joanna L. Laynesmith, profesora de Historia de la Universidad de Oxford, en "Quite a pair of Middle Age queens", una crítica publicada en THE (Times Higher Education) con fecha 25 de agosto de 2000.
[03] Lisa Hilton, por ejemplo, repite el error de confundir Bayona con Burdeos en Queens and Consort, p. 149.
[04] Evidentemente, a Ann Trindade nadie le debió recordar cómo Aymeric Picaud ya nos informaba en su Guía del Peregrino a Compostela (Iter pro peregrinis ad Compostellam), escrita entre 1130 y 1134, de que la lengua totalmente bárbara que los navarros hablaban era el euskera. Y, evidentemente también, tampoco nadie le informó de que un documento fechado en 1167 denomina al euskera como la lingua navarrorum (la lengua de los navarros). Casualmente, pocos años antes Sancho el Sabio había decidido cambiar su intitulación de rey de los pamplonenses por la de rey de los navarros, una denominación que reflejaba con mayor realidad cuales eran el territorio y las gentes que gobernaba. Si además de esto, los colegas con los que contactó durante su visita a Navarra también le hubieran mostrado cómo ha evolucionado el habla del euskera en esta tierra durante los últimos siglos, no me cabe duda de que la conclusión de Ann Trindade sobre esta cuestión habría sido totalmente diferente.
1 comentario:
Querido Manuel, vuelvo a felicitarte por tu buen trabajo. Unos minutos antes de llegar a esta reseña he comprado la biografía de Berenguela, si más no porque no hay NADA sobre ella. Es desquiciante este silencio sobre las damas navarras, en general, no solo con la infanta. En cuanto me llegue y lo lea, escribo, lo prometo.
Sin embargo, quería hacerte una precisión sobre tu precisión: en la nota 4 comentas que el vasco podía ser la lengua de Berenguela. Sin duda, la lengua mayoritaria del reino era el vasco, pero probablemente no la de la corte. La estirpe Jimena procedía de la zona baja de Navarra, completamente romanizada, y no solo por una cuestión política (más fácil era la comunicación en lengua romance con los reinos vecinos), seguramente también por una social (para distinguirse de las demás clases inferiores, no por nada el comentario de Aymericus Picaudus) mantuvieron el romance como lengua propia. Además, un romance que probablemente tendiera cada vez más a rasgos lingüísticos similares a los del castellano (no es que se castellanizase, que puede que sí, aunque las teorías de Menéndez Pidal no me gustan demasiado, sino que era fruto de una evolución propia).
En todo caso, la hipótesis sobre la lengua de la corte no es mía, sino de otros; principalmente de González Ollé, “El romance navarro”, Revista de Filología Española, LIII, 1970, pp. 45-93. No sé si Anne Trindade habrá leído este artículo. Aunque concuerdo contigo en que eso de usar el término 'princesa española' por hispana, peninsular, navarra, pirenaica, etc., deja que desear. Pero es un detalle que, en el extranjero, ¡no se tiene nunca en cuenta! (A veces tampoco en casa, si no es que perteneces a alguna de las zonas no 'castellanocéntricas' y has cobrado conciencia de este detalle).
Publicar un comentario